El riego debe realizarse en forma suave, de preferencia se riega el suelo, no las plantas (son las raíces que absorben el agua, no las hojas). Una forma muy eficiente es colocando una botella de bebida desechable, con perforaciones finas en un lado, al final de la manguera. Este “regadera” se deja al suelo, regando la superficie de la cama. Si deja la superficie entremedio de las plantas cubierta con hojas secas o paja, no saldrán muchas “malezas”. Además, la capa de paja protege el suelo del riego no suave. Se enriquece la tierra regularmente (por lo menos una vez al año) con compost o abono compuesto, que se esparce encima de la tierra. Si el sol “pega” muy fuerte sobre el huerto, éste se puede cubrir con un techo vegetal o la llamada malla kiwi.
En las plantas grandes se utiliza un tutor para apoyarlas (por ejemplo, tomates, porotos, arvejas, pepinos. etc. Después de cultivar una hortaliza, se pone una hortaliza de una “familia” diferente. Por ejemplo, después de hortalizas de hoja (lechuga, acelga, etc.) se pone una especie de hortaliza de raíz (zanahoria, cebolla, etc.) y después una de fruta (porotos, choclo) y así sucesivamente. Esta “rotación” es una forma de proteger y retroalimentar la tierra. Para evitar que los pájaros se coman las semillas, se pueden colocar tirantes a los cuales cuelgan pedazos de plástico colorido o papel de aluminio.